sábado, 8 de septiembre de 2007

VIDA NOCTURNA DE LA ZONA COLONIAL

Las noches caribeñas tienen en la Zona Colonial un caudal de diversión que motoriza la amplia oferta musical que dan bares y discotecas de la plaza. Hay para todos los gustos y humores, desde rock and roll y descargas electrónicas hasta salsa, merengue, pop de los 80 y bachata. Se trata de asomarse a la plaza y elegir.
No hay ruta establecida. No hay ritmo que se imponga. No hay cuerpo que se resista ni deleite que se limite. Las noches de la Zona Colonial se definen en cada momento que se vive y cada segundo que se disfruta con la música como gran motor de la diversión. Convertida en gran escenario de la vida nocturna de Santo Domingo, “La zona”, como se conoce el perímetro antiguo transformado en plaza de baile, escenario de buena música y seducción acústica, es uno de los referentes principales de la ciudad, cuando se habla de entretenimiento.
Las razones se pueden ver y escuchar en cada tramo. Música electrónica, salsa, reagueton, merengue, bachata, rock and roll, clásicos pop de los 80, descargas étnicas y trovadores tienen espacios asegurados en los bares de moda de la plaza. Las propuestas se expanden por calles como la Hostos, Meriño, Isabel La Católica, La Atarazana, Padre Billini y Mercedes, donde cafés, bares, restaurantes y discotecas desparraman música al calor de noches que se ofrecen llenas de diversión contagiosa.
Sin opciones decididas de antemano, la propuesta apunta a recorrer lugares y probar lo que allí se toca y motiva cuerpo y sentidos. Y hay, seguro, para todos los requerimientos: desde el hiperactivo que demanda un desmadre sin límites a fuerza ritmos candentes, hasta el apacible que quiere pasar un rato agradable sin desafueros y con los oídos seducidos por agradables tonadas. El disfrute a dúo, con las amplias posibilidades que tiene salir en pareja a mover las caderas, tiene un abanico de opciones con las plazas que ofrecen música latina toda la noche. Además, hay lugares para todos, incluso en función de cómo se quiere ir vestido.
Alfatori y Bobo’s, el primero, un restaurante-bar en el que también se puede bailar al ritmo de un conjunto caribeño, y el segundo, también un bar y restaurante con música agradable que invita a conversar, reclaman elegancia y cierto estiramiento, al igual que Murano, una verdadera pista latina de baile, con un “lounge” para los menos atrevidos. Abacus, Carolus, Falafel, invitan a ir ligero de equipaje. O sea, tan informal como se quiera.
La música electrónica de Abacus; el rock al roll de Carolus y la descargas étnicas de Falafel amplían el menú de los que quieren sentirse muy cómodos en medio de un clima que pone una gran cuota de calor tropical a las noches de Santo Domingo.
Ocho Puertas, Nowhere y Karamba Bar entran en la lista con propuestas de música contemporánea, mientras que el Bar de María apuesta por la música de los años 70 y La Atarazana por música eminentemente caribeña.
Casa de Teatro da paso a los cantores, que guitarra en mano rescatan boleros de ayer y tonadas de la “nueva trova cubana”, al tiempo que El Sarten invita a desinhibirse con las pautas del son que desdobla pasos y Downtown combina la música pop de los 80 y los 90 con la salsa y el merengue.

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